Los flujos de caja de la empresa: un instrumento para el diagnóstico y la valoración

Los flujos de caja de la empresa: un instrumento para el diagnóstico y la valoración

El flujo de caja generado por un activo durante un periodo es la diferencia entre los cobros del periodo y los pagos realizados durante el mismo. Un flujo de caja puede referirse al de un periodo pasado o al previsto para uno futuro. Igualmente, el flujo puede calcularse para el conjunto de una empresa o para una inversión u operación aislada.

Cuando el flujo de caja es positivo se produce una entrada de dinero para el propietario del activo, quien puede retirarlo en efectivo, cuando se trata de una inversión aislada, o acumularlo, al menos transitoriamente, en la tesorería del propio activo, como sucede en el caso de una empresa.

El análisis del flujo de caja es importante para tomar decisiones de inversión, pues su conveniencia económica depende de los flujos esperados del proyecto. También es útil para evaluar los resultados de la empresa, pues su supervivencia exige que su flujo de caja sea positivo; es preciso que genere más dinero que el que absorba para desarrollar su actividad. Una empresa que no genere dinero y, que, por el contrario, sea sistemáticamente un sumidero de efectivo, está llamada a desaparecer como sucede con cualquier negocio. Una excepción, lógicamente, la ofrecen aquellas empresas jóvenes, en las que es normal que su flujo sea negativo en sus comienzos, lo que deberán incorporar en su plan financiero. Si bien una empresa puede sobrevivir aunque tenga pérdidas continuadas, su colapso puede ser inmediato si carece de dinero. Pero el flujo de caja de un periodo aislado puede no ser representativo de la bondad de los resultados ni de la marcha de la empresa, ya que puede deberse a unas inversiones elevadas que rendirán flujos satisfactorios en el futuro. Por eso, al igual que el beneficio, debe ser analizado durante varios periodos para evitar los comportamientos coyunturales.

El análisis financiero diferencia los tres siguientes flujos:

• El flujo operativo de caja o flujo de caja libre, que mide los fondos generados por la actividad económica, sin tener en cuenta los flujos destinados al capital empleado por la empresa (la deuda financiera y el patrimonio neto).
• El flujo de caja para la deuda que acumula los importes vinculados a la deuda financiera, es decir, el servicio neto de la deuda mantenida durante el periodo.
• El flujo de caja para el accionista, que cuantifica los fondos generados en el periodo, disponibles para repartir entre los accionistas. Este flujo para el accionista se materializa en los dividendos, la recompra de acciones y en el aumento de los excedentes de tesorería y se nutre de las ampliaciones de capital.

Como es lógico, el flujo operativo de caja es igual a la suma de los flujos para la deuda y para el accionista, pues todo el dinero generado por la actividad, sin incluir los flujos financieros, se destinará a cubrir los flujos destinados a los financiadores del capital empleado por la empresa o el proyecto.

Este Cuaderno expone cómo calcular estos flujos en un modelo sencillo y en otro más completo, en el que se añade el tratamiento de las provisiones, el deterioro de valor, las subvenciones, las acciones preferentes y los créditos participativos. Como en ambos modelos se parte de la información contable, se exponen los ajustes necesarios para pasar del criterio contable del devengo al de tesorería, que es el relevante para hallar los flujos de caja.

Igualmente, se concilia la variación de la tesorería que se deriva de los flujos de caja con la ofrecida por la contabilidad y, en concreto, por el denominado estado de flujos de efectivo. Por último, se revisan las principales aplicaciones de los flujos de caja para la toma de decisiones en la empresa.