productividad en la empresa

La gestión del denominador, un atajo peligroso en finanzas

La dualidad del ratio

Todo ratio se compone de un numerador y un denominador. En finanzas, el numerador de los ratios relativos a la rentabilidad o la productividad se refiere a una variable que mide resultados, como las ventas o el beneficio. El denominador alude al consumo de un recurso, como el activo, la plantilla o los gastos. Estos ratios miden la productividad de la empresa en la utilización de un recurso para generar resultados. Por ejemplo, la del activo para obtener un beneficio o la del trabajo para generar ventas. La variación de un ratio se explica por lo tanto por la gestión que se haga de ambas variables. Por ejemplo, una rentabilidad financiera (ROE) elevada se explica porque el beneficio neto sea alto o porque el patrimonio neto sea muy bajo. La gran diferencia es que la empresa sea rentable o que esté descapitalizada.

Reducir el denominador es más eficiente

Si se parte de una rentabilidad del 10% (10 / 100), si se incrementa el beneficio del numerador un 30% la nueva rentabilidad aumenta hasta un 13%. Si se reduce la inversión del denominador un 30% la nueva rentabilidad aumenta más, hasta el 14,3%. El mismo porcentaje de mejora es más eficiente, no más eficaz, si se consigue con la gestión del denominador.

Y, sobre todo, más fácil y rápido

La relación entre las ventas y los gastos de personal mide la productividad de la empresa. Para mejorarla se puede actuar sobre las ventas o sobre el gasto de personal. Aumentar los ingresos exige ideas y nuevos mercados, productos o servicios. Para reducir el gasto de personal basta adelgazar la plantilla y … subcontratar. La reducción de los gastos da resultados inmediatos y visibles, es fácil de medir y permite una retribución generosa a su ejecutor. Se ha dicho que es una acción al alcance de cualquier mercenario con poder.

Además, está el corto y el largo plazo de las finanzas

Como hay gastos de hoy que generan ingresos a largo plazo, recortarlos no influye en los resultados a corto. Esos gastos son los estratégicos de la empresa, los que aseguran su futuro. También, los más fáciles de reducir sin consecuencias inmediatas. Aumenta la relación de los ingresos sobre los gastos, pero a costa de hipotecar el futuro. 

La rentabilidad mejora reduciendo la inversión

Un efecto similar se logra con la rentabilidad de la inversión. Para mejorarla o se incrementa el beneficio o se reduce la inversión o una combinación de ambos. ¿Qué es más fácil y rápido? No reponer los activos. Consumirlos hasta que aguanten. Su valor contable se irá reduciendo por el efecto de la dotación a la amortización, la rentabilidad irá aumentando y el deterioro se producirá solo lentamente. Otra forma es rechazando las inversiones cuya rentabilidad sea menor que la actual, aunque supere al coste de capital WACC. Con ello, se limita el crecimiento rentable de la empresa porque se rechazan inversiones atractivas pero que rebajan la rentabilidad media.

El denominator manager de las finanzas

Se designa así al experto en mejorar el ratio por gestión del denominador, es decir, no reponiendo activos, restringiendo inversiones, reduciendo la plantilla o recortando los gastos estratégicos de la empresa… Mejorar el numerador es más lento, difícil y arriesgado al requerir creatividad e iniciativas. Frente al riesgo que asume el gestor del numerador, el del denominador asegura su puesto y su incentivo, aunque sea provocando la anorexia de la empresa. El tamaño de la porción de pizza puede aumentarse haciéndola más grande o cortándola en menos trozos (incluso aunque sea más pequeña). El gestor del numerador crea riqueza al hacerla más grande; el del denominador, en el mejor de los casos, solo la redistribuye entre los partícipes de la empresa. Es la pugna entre la eficacia y la eficiencia. Se trata de hacer bien lo correcto, no de ir con productividad hacia el desastre. ¿De qué vale la productividad de la empresa si se equivoca el rumbo?

La obsesión por la gestión del denominador sale cara

A la empresa, por la pérdida de recursos, la degradación de su posición competitiva y la peligrosa autocomplacencia que genera por el aparente éxito. Si la empresa desparece otra nacional o extranjera cubrirá su demanda. Pero a las finanzas de la sociedad le salen más caros aún los recortes desatinados del denominador. Cae la actividad, se pierde riqueza, aumenta el paro, se degradan los servicios… El gasto social y económico de la gestión del denominador es aún más peligroso de digerir por la sociedad, que debe promover la creación de riqueza y proteger sus gastos estratégicos, los que explican su progreso. La jubilación en los cincuenta le sale cara.