formas-complementarias-de-controlar

Dos formas complementarias de controlar: los controles formal e informal

La historia diferencia los estilos de gobernar de Carlos I y Felipe II. El primero reinó viajando y tomando decisiones en el lugar de los hechos. El segundo, más sedentario, instauró un método basado en rodearse de secretarios, recibir información y actuar en base a ella.

Análogamente, el control de gestión se puede aplicar de manera formal e informal.

El control formal se diseña a medida, selecciona los puntos clave de control, se desarrolla con un ritmo sistemático y periódico, utiliza unos procedimientos predefinidos y su operativa está expresamente regulada por la dirección de la empresa. Sus instrumentos son el control de costes o el presupuestario o el cuadro de mando integral entre otros más importantes.

El control informal, por el contrario, se ejecuta sin reglas ni regularidad. No emplea métodos preestablecidos, sino que se basa en la discrecionalidad y la espontaneidad. Mientras el control formal asegura el seguimiento de los puntos de control seleccionados, el control informal está atento a lo nuevo y emergente, a lo omitido por el control formal, exigiendo un contacto mayor con el mercado, las operaciones y las personas, las tres grandes protagonistas del control de gestión. No es extraño que la máquina de café o el ascensor sean lugares donde se intercambia información a veces más relevante que la expuesta en una reunión formal.

Es difícil encontrar situaciones puras de control según esta clasificación. Más bien ambos tipos de control conviven y se refuerzan porque los dos son necesarios y se complementan. El formal contempla puntos de control sistemáticos y es propio de la gran empresa, pero induce a contemplar la realidad por medio de informes y tiene inercia para actualizarse y contemplar lo nuevo y tendencia a burocratizarse. El informal, dinámico, esporádico y cambiante, incorpora información más ocasional y subjetiva pero más pegada a la realidad. Predomina en la pequeña empresa con técnicas de gestión más artesanales, pero donde el propietario puede supervisar personalmente el conjunto de las operaciones. Su riesgo es que omita aspectos clave de la gestión.